"The soul would have no rainbow...

had the eyes no tears" (John Vance Cheney). Tres veces he llorado hoy. Cada una de estas veces han sido unas lágrimas totalmente distintas:

• La primera ocasión ha sido sin duda la peor y la más importante. Por una ausencia, alguien que se ha ido definitivamente, tanto que estas lágrimas se han derramado en un tanatorio. Escaso consuelo transmite el pensar que ha tenido una vida feliz, que ha estado muy acompañado siempre, al ver cómo sus ya sólo dos y octogenarios hermanos han tenido que incinerarlo. No podéis ni imaginar la inquietud que me ha generado saber que 12 horas después de haber visto a una persona, ya no estaba en este mundo. Llevaba unos meses sin verlo y, por casualidades de la vida, me cuadró para visitarlo esa tarde. Sorpresivamente, a las siete de la mañana del día siguiente fallecía. En cualquier caso, agradezco de corazón haber podido, de algún modo, despedirme de él.
• Las segundas lágrimas fueron al mediodía, en la cocina. La culpable, como no, la cebolla. Es increíble lo mal que sienta a mis ojos y lo bien que sienta a mi estómago. En concreto, estuve cocinando una receta nueva. No quiero adelantar mucho porque ya tengo pensado hacer una entrada, pero sí oso decir (aunque esté feo) que me ha salido para chuparse los dedos. Bueno, os daré una pistita: el ingrediente principal ha sido una calabaza de un huerto cercano (casi podría decir que "mi huerto personal", espero que el dueño no lea esto, que me mata jaja).
• Las últimas lágrimas (por ahora, quién sabe...) también han tenido un claro "culpable". Bueno, mejor dicho dos: Erik Poppe y Juliette Binoche, respectivamente director y actriz protagonista de "Mil veces buenas noches" (2013). Sobre todo, me ha fascinado de la película la capacidad de expresar la complejidad de la situación que vive la protagonista y, como no podía ser de otra forma, la fotografía. (Además, mi Jaime Lannister sale para comérselo.) Muy recomendable.

   Pudiera decirse que las lágrimas y yo siempre hemos tenido una relación estrecha. Quizás os sorprenda. Ya sabéis que intento mantener en mis entradas ese sesgo optimista dado el propósito del blog mismo, lo que no quita que también me nazca realmente mostrar lo que publico, por supuesto. Esto puede conducir a pensar que vivo en una "eufórica embriaguez de felicidad" y obviamente no es así. Tengo mis ratitos y confieso que soy de lágrima fácil (para lo malo y también para lo bueno). 

  Hay quien piensa que ser tan sentimental es una debilidad, ahí está el lenguaje para recordarnos qué es ser un "llorica". En cambio,  yo pienso que ser capaz de expresarse con esa libertad es síntoma de fortaleza. Además, según tengo entendido, cuando lloras es como si te estuvieras sanando, es decir, ya estás en la senda de la recuperación.

   PorCierto: somos los únicos animales capaces de llorar de emoción y las lágrimas aún son objeto de estudio, dado que no se conoce con certeza su "funcionalidad" (para mí está clarísimo). También como curiosidad os comento algo que me llamó muchísimo la atención cuando lo descubrí: que las estructuras microscópicas de las lágrimas pueden ser totalmente diferentes según la emoción o el contexto que las genera. Podéis ver las fotos aquí. Nos falta aún tanto por descubrir...

Un abrazo compañerxs.

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