domingo, 22 de junio de 2014

Gritar

   Para contaros cómo he dado con este nuevo lujillo hay que partir de mi madre. A ella le debo muchísimo, la vida entre otras cosas, y por supuesto la quiero con locura, pero también es verdad que tiene la depurada habilidad de sacarme de quicio. Tiene esto mucho que ver con que "Caótica" debiera ser su apellido (y eso a pesar de que su profesión está tan relacionada con el "Orden", paradojas de la vida). El otro día precisamente desplegó en todo su esplendor esa virtud suya de llevarme al límite.

   Como antecedentes apuntar que me he vuelto un poco obsesiva con el tema de mi intimidad. Será por esa imperiosa necesidad de independizarme cuanto antes, el caso es que cada vez me da más coraje que hurguen en mis cosas. Simplemente hay espacios que me gustarían que fueran sólo para mí, que yo pudiera administrarlos a mi antojo, libre de injerencias ajenas. Éste debiera ser una "libertad pública" constitucionalmente reconocida de los hijos mayores de 20 años aún no emancipados económicamente.

   Entiendo, sin embargo, que vivo bajo tejado ajeno y que dicho deseado libre albedrío queda supeditado a las normas del "cabeza de familia"... pero siempre que se mantengan dentro de una racionalidad, ¡digo yo!

   No voy a entrar en si me ha descubierto, mientras me "ordenaba" el último recóndito rincón de mi cuarto, un tesoro secreto mío, o en si, a pesar de haberle rogado que se olvidara de mi ropa, que yo me encargaba de todo lo relacionado con ella, haya cogido y la haya plantado a mil quinientos grados de temperatura y le haya hecho un agujero del tamaño de un puño a mi vestido veraniego favorito... no voy a entrar en eso. En lo que voy a entrar es en que cuando, con toda la rabia habida y por haber, irrumpí en el cuarto de mi noble RCB para contarle la manifiesta injusticia e indefensión en la que me hallaba, lo único que me salió fue un


¡ARGGRGGRGGGGGGGGGG!

   Fue un grito que me salió de las entrañas y duró casi 10 segundos del reloj, alertando, consecuentemente, a todo el vecindario. Aunque el cabreo duró mucho más que el grito, os puedo asegurar que es una técnica mucho más relajante que la de contar hasta diez o cualquier otra pollada de esas jajaja.

   Ala, y así os dejo por hoy. Y seguro pensaréis que soy una ingrata y una egoísta y que mi pobre madre es una Santa. O al menos así os dejo pensando yo hoy...



Un abrazo compañer@s.





4 comentarios:

  1. jajajajajajaaj!!!! suscribo cada palabra, salvo que aún no he probado esa técnica del grito. A mi me pasa igual con lo de la intimidad y la ropa (reconozco que soy un caos y que mi armario mejor no abrirlo XD) pero vaya...que las madres a veces desquician...por suerte todo compensa cuando vienen los momentos chungos y están ahí :) Feliz semana y si tienes que gritar GRITAAAAAA :D

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    1. Ya ves si compensaaa!! Qué haríamos sin ellas?!?!?! Pero que lo del grito sienta muy bien! jajaja no dejes de probarlo y me cuentas! Ah pero que no sea un gritito así remilgado ehh! Tienes que ser un grito de "voy a matar a alguien" y que arranque de lo más hondo! Un abrazo guapísima ^^

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  2. Solo quien se ha visto en la necesidad de hacerlo lo entiende. ¿Quien no ha soñado alguna vez estar como en las pelis en lo alto de la montaña y pegar un grito bien fuerte? Es una sensación como la de despues de haber llorado, de descarga de todo lo que llevamos encima, que para un opositor es mucho. Ánimo y paciencia!

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    1. Verdad! Qué ganas me han entrado cuando me has descrito lo de la montaña! Pues nada a descargar todo lo que haga falta! jajaja Gracias por comentar bonita! Un abrazo =)

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