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domingo, 7 de septiembre de 2014

Paddle surf

   Todo esto vino por dos motivos: por aquello de probar algo nuevo en la playa y también como prolegómeno de ese curso de surf que me han prometido jeje. Así que allá que nos rascamos el bolsillo (no es nada baratito...) para montarnos sobre las tablas cual Jesucristo durante una horita.

   Yo ya había visto a gente hacerlo otros años, pero tampoco me había llamado mucho la atención la verdad. Me parecía demasiado "fácil"... Qué cachonda yo jajaja Fue "montarme" y, ale, talegazo al agua. Y la tabla se fue a tomar por culo, claro. Al cabo de la media hora conseguí "domarla" y eso que se alegraron mis lumbares. A todo esto Mi Mongolito descojonado, por supuesto. Tuve la genial idea de decirle, ¡venga, hacemos una carrera! Sólo para dar la vuelta y ponerme en la misma dirección que él tardé como cinco minutos (a mi favor diré que hacía una pizca de viento y no era tan fácil).

   Por culpa de ese airecillo había como mini olitas que tampoco hacían la tarea fácil, pero ya digo que la segunda media hora aguanté con dignidad sobre la tabla. Hasta me puse sentada en pose de meditación. La gente de la playa pensaría, Ay que ver qué chica tan zen y tan interesante; cuando yo realmente lo único que podía pensar es que seguro iba a venir Mi Mongolito a traición y me iba a tirar de la tabla y me iban a comer los tiburones. ¡Ah! porque sí eso no lo he contado: me da cosica bañarme en el mar cuando no toco el fondo jajaja Me da por imaginar que puede haber criaturas abominables que me van a desmembrar con sus desgarradoras fauces.

   Precisamente por esto Mi Mongolito me insistía tanto en que nos bañaramos los dos por ahí en el fondo. Y claro para no parecer una gallina, ¡llegué a hacerlo y todo! Pero nada más entré en el agua subí como un resorte y me encaramé a la tabla como alma que lleva el diablo. Con el consiguiente ataque de risa de Mi Mongolito.

   Puestos a hacer balance fue una experiencia estupenda, claro que sí. Hasta recuerdo con cariño ese dolorcillo en los dedos de los pies al acabar. Resulta que inconscientemente me agarraba a la tabla con mis pobres dedos para no caerme y ese modo ventosa pasa factura.


Un abrazo compañerxs.


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