lunes, 12 de mayo de 2014

Queer up!

   No hace mucho hablé de este tema, pero es que con toda la movida que ha generado la ganadora de Eurovisión 2014 no podía sino pronunciarme.

   Para empezar diré que a mí Eurovisión siempre me ha parecido de lo más patético, nada representativo de la música de cada país y con un tufillo político que espanta. Ahora bien, no deja de ser un espacio público desde el que llegar a miles de hogares y ese es precisamente el aspecto que a mí me interesa.

   Este año ha resultado ser la ganadora del certamen la representante austriaca, Conchita Wurst (Wurst significa salchicha en alemán). Personalmente no conocía a esta chica y sigo sin  saber apenas nada de su vida. La verdad es que tampoco me interesa mucho, lo que sí me interesa es lo que ha conseguido: ser un exponente queer y hacer visible una heterogeneidad que existe y no debe avergonzar. Conchita nació llamándose Thomas y el hecho de que haya elegido libremente (o puede que no tan libremente si era lo que le reclamaba su naturaleza/convicción/sensación/autorreconocimiento o como lo queramos llamar) tener apariencia femenina, no ha supuesto renunciar a su poblada barba. ¿Y por qué tendría que hacerlo? A mí me parece que está estupenda tal y como es.


   Es justamente esto lo que yo le agradezco al concurso de Eurovisión de este año, que haya sido un "megáfono de lo aconvencional" y con ello un guiño a las reivindicaciones LGBTs. Estas pequeñas muestras que suscitan el debate y quebrantan paradigmas son pequeños pasos hacia una emancipación del ser humano de las ataduras de la "feminidad" y la "masculidad". ¿Por qué si soy chica no puedo llevar barba? ¿Por qué los hombres no pueden vestir faldas? ¿Por qué los hombres no pueden ir con los ojos pintados? ¿Por qué los hombres no pueden llevar tacones? ¿Por qué las mujeres tenemos que llevarlos para ir "arregladas"? ¿Por qué, (siguiendo el discurso clásico, por no decir rancio) si es la naturaleza la que manda, tenemos que restringirla o potenciarla según el caso, véase el vello en las mujeres o la testosterona en los hombres? Todo esto no son más que convencionalismos que, ¿a quién benefician? ¿Acaso no seríamos más felices siendo plenamente libres de estas imposiciones sociales y expresando sin tapujos una realidad social mucho más compleja que las simplicidades impuestas por "lo femenino" y "lo masculino"?


Un abrazo compañer@s.



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